Cuidado con la red

De pequeño, a finales de los años 90, hice un trabajo para el colegio que se llamaba “Las maravillas de Internet”. Yo aquel entonces era un niño raro porque en mi casa había internet. Los enlaces son a Wikipedia porque muchas de estas cosas ya no existen, pero hablaba de los buscadores y de por qué Altavista era mi favorito por delante de Yahoo o Infoseek. También contaba lo que era el IRC, aunque realmente nunca llegué realmente a usarlo ni los uso hoy en día, los grupos de noticias o el correo electrónico. Realmente no había mucho que hacer en internet, menos para un niño de 10 años. Lo más parecido a una red social que había era el ICQ, que todavía existe, aún recuerdo de memoria mi número de usuario. Otro día podemos preguntarnos qué narices hizo mal Microsoft para no dominar las redes sociales a partir del indudable éxito que tenía el Messenger, en España desde luego triunfó.

Antes nos conectábamos a Internet, estar en Internet era un acto consciente. Recuerdo este artículo de Enrique Dans, que me pareció muy divulgativo e incluso en aquel momento hice leer a familiares y compañeros de clase, como el cambio de paradigma. Y en 2007 Steve Jobs presentó el iPhone. Desde entonces Internet simplemente está, como el aire que respiramos.

Y eso es bueno. Internet es una maravilla, algo de lo que la humanidad puede y debe estar orgullosa.

Pero también es peligroso. Los gobiernos, parlamentos y la gente piden y hacen una regulación para Internet específica. Soy de la opinión de que no es necesaria, es incluso contraproducente. Internet no es nada y lo es todo, lo bueno y lo malo de nosotros mismos está allí y por eso no hay que hacer nada específico para ello. Hay, eso sí, que tomar ciertas precauciones, exactamente igual que en el mundo físico.

Todo son cosas sencillas.

Contraseñas

Las contraseñas son llaves. Del mismo modo que no utilizamos la misma llave para abrir el coche que para entrar en casa, no debemos usar la misma contraseña para Facebook (yo no tengo cuenta, sí tuve) que para Google.

Las contraseñas no deben repetirse. Tampoco deben apuntarse en un papel. Es más, siempre que sea posible, hay que activar la verificación en dos casos.

Y para gestionar nuestras contraseñas, se puede utilizar un gestor de contraseñas. Buscad en Google “password manager” o “gestor de contraseñas” y veréis que hay muchos. Yo ahora uso el de Dropbox, porque pago por él, antes usaba Lastpass. Los más paranoicos usarán Keepass.

Correos electrónicos

Cuando recibimos un correo electrónico hay que tener unos hábitos desarrollados para que no nos engañen muy fácilmente. El spam sólo es molesto, el phishing es lo realmente peligroso.