Energy myths and realities

Había parado mi ritmo de lectura en los dos últimos meses, pero este fin de semana me propuse acabar de leer Energy myths and realities, de Vaclav Smil. Ya había leído otro libro del mismo autor sobre si debemos o no comer carne, que me aburrió. Y a este le pasa lo mismo. Pero eso no significa que el libro sea malo, simplemente creo que uno se puede ahorrar todo el principio y pasar a leer el capítulo de conclusiones. También digo que el libro era más interesante cuando se publicó (2011), que ahora, pues algún dato está anticuado. Por ejemplo, en 2011 Tesla no dominaba el mercado de los coches eléctricos (aunque creo que no es verdad, que el más vendido es el Chevy Bolt) ni de la producción de baterías. Tampoco había habido una gran expansión de renovables en, por ejemplo, España (ya la había habido en 2011, pero ahora en 2020 el peso de las renovables es mayor).

Y es que el libro va de eso, de contar el panorama energético del mundo (o de Estados Unidos) y de explorar las posibles evoluciones de cada tecnología. Como con el otro libro suyo que leí, los datos son irrefutables, pero el libro resulta sumamente aburrido. Hay muy poca opinión realmente propia y no hay una historia o una gran idea que quiera contar.

Sobre los molinos de viento, está anticuado ya que ya hay algún prototipo de 7 MW, aunque todavía no hay muchos. Sí menciona, que pocos lo hacen, el impacto paisajístico de los parques eólicos. El año pasado hice el camino de Santiago (ruta del camino del norte) y en la zona de Abadín hay mucho molino estropeando el horizonte. El único sitio en el que he visto los molinos ligeramente integrados en el paisaje fue en los Países Bajos, donde en las extensiones agrícolas de tulipanes hay esparcidos molinos.

Por lo menos en lo que se refiere a nuclear (no sé si el libro es anterior a Fukushima, parece que sí) da buenas guías. La primera es que hay algo que falla cuando el riesgo asociado a la energía nuclear está tan mal evaluado por la sociedad; y la segunda es que no parece posible plantear un escenario energético futuro sin ella. Si realmente queremos bajar las emisiones de CO2, es muy difícil hacerlo sin nuclear.

Sobre este punto añado yo que el consumo energético de una sociedad va básicamente ligado a su PIB, de modo que cuanto más rico se es, más se consume. El clima también influye: cuanto más frío se tiene, más se consume. No es de extrañar por tanto que los países con más consumo per cápita sean los países nórdicos, seguidos de cerca por Estados Unidos (que por cierto está bajando su consumo, parece que malgastaban energía). A medida que los países pobres van dejando de serlo, consumirán más, hasta ponerse en consumos per cápita similares a los de los ricos. Es por eso que la energía consumida en el mundo va a aumentar y, si todo va bien, va a aumentar mucho. Y si no se hace nada, va a aumentar básicamente a base de carbón y gas natural, más que de eólica. Hacen falta centrales nucleares en África.

Este artículo es muy ilustrativo. Lo deseable y lógico (el mundo cada vez es un lugar mejor, incluso con el coronavirus) es esperar que África converja hacia Europa y en África hay mucha población, población que necesitará energía eléctrica.